Al cumplirse 35 años del último Golpe de Estado es imprescindible recordar algunos hechos para que nunca se repitan. Uno de ellos fue la censura de libros, autores y editoriales que afectó directamente a las instituciones educativas impidiendo la posibilidad real de formar lectores críticos.
La pérdida de derechos de la ciudadanía incluyó también la de poder elegir qué leer. Los libros y la mayoría de las publicaciones empezaron a ser, para los gobernantes, objetos no del todo confiables.
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Los responsables del gobierno de facto reconocían el poder de la lectura en la formación de la ciudadanía.
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